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¿Son EXTRATERRESTRES los ADICTOS?

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Por Lucas Tosi

Si respondemos esta pregunta de manera afirmativa remarcaremos el aspecto inentendible de un comportamiento que se mantiene más allá de todo un conjunto de experiencias vitales negativas (pérdidas afectivas, económicas, sociales, educativas, físicas, etc.) que este ha ocasionado. Haciendo hincapié en el supuesto sin sentido de este comportamiento o también en su supuesto carácter extravagante, como un comportamiento distanciado de lo humano, casi extraterrestre. Desde este punto, la pregunta tiene su respuesta afirmativa aproximando a la persona que padece un trastorno adictivo a algunos de los alienígenas de V Invasión Extraterrestre, o más acá en el tiempo, a los alienígenas de Día de la independencia. Un señalamiento, mayormente los extraterrestres amenazan con destruir la raza humana, aunque vale decir existen honrosas excepciones como E.T. o La Llegada, entre otras.

No parecerían ser extremadamente extravagantes aquellos comportamientos que si bien conservamos la intencionalidad de continuarlos en el tiempo, en definitiva se presentan de forma discontinuada. Ejemplos como el hecho de comenzar una dieta o una actividad física, y por qué no dejar de fumar, son moneda corriente. Por supuesto, estos ejemplos no implican el grado de pérdidas en la globalidad de la persona (digamos que esto es relativo), sin embargo expresan una misma modalidad. Un comportamiento que se sostiene X cantidad de tiempo y que cesa, se ausenta, y regresa, es decir se discontinúa. ¿Y entonces qué es lo que nos resulta decididamente estrafalario de los comportamientos adictivos? ¿Por qué les atribuimos características amenazantes como a una raza alienígena que proviene de los confines del universo para invadirnos y absorber todos nuestros recursos naturales hasta que el planeta se pudra?

Quien sistemáticamente haya establecido contacto con personas que consumen problemáticamente sustancias psicoactivas (entiéndase contacto sistemático como los suscitados en la película Encuentros cercanos del tercer tipo) en marcos terapéuticos, habrá detectado la búsqueda permanente de hacer lo que todos hacen respecto a los consumos de sustancias ampliamente tolerados socialmente y respecto a ciertos comportamientos y rituales sociales, que indican que somos normales. El paradigma de esto es la omnipresencia del consumo de alcohol. Desde bautismos hasta los cumpleaños de 5 o 6 con los amiguitos del jardín, desde el conocido tercer tiempo hasta el sponsoreo de los eventos deportivos más populares del verano. En estos casos se nos dificultad enormemente entablar algo de cercanía entre el ADICTO asociado a los comportamientos extraterrestres y el muchacho de entre 25 y 40 (por determinar arbitrariamente una franja etaria) que concurre 3 o 4, o 5 veces por semana al finalizar su jornada laboral a la última cervecería de moda. Con un sencillo y rápido cálculo podemos hacernos una idea del consumo de alcohol semanal de quienes participan de este cotidiano ritual de consumo. ¿Y esto a que pertenece? ¿A la normalidad de los terrestres?

Aquel que ya posee un recorrido, una trayectoria de consumo de sustancias, ha desarrollado un grupo de aprendizajes negativos en la mayoría de los niveles que hacen a su persona. Tanto a nivel neurobiológico como a nivel emocional, cognitivo y comportamental e interpersonal. Se configura producto del proceso adictivo un modo de existir (no una personalidad adictiva, eso ya fue descartado hace un par de décadas) donde en ocasiones es un desafío profesional identificar que es qué. La mixtura es de tal magnitud que es dificultoso diferenciar que forma parte del padecimiento adictivo y que de la personalidad, y sobre todo cuando nos encontramos con trayectorias de consumos múltiples con un inicio a edades muy tempranas. El proceso adictivo es un proceso de alienación, de extrañamiento de uno mismo, en el que las funciones naturales son secuestradas y puestas a los servicios de formas de placer distorsionadas y meramente artificiales. Prefiero consumo antes que agua, prefiero consumo antes que relaciones sexuales, prefiero consumo antes que comer, prefiero consumo antes que interactuar con otro ser humano. Y todo esto si es que el consumo llegó cuando este uno mismo estaba medianamente conformado, si no la realidad es otra. Ahora bien, la persona en este proceso, poco a poco, se invade a sí misma, sin la necesidad de una invasión al estilo de La Guerra de los mundos o al modo más repulsivo de Alien.

No se trata de desconocer las particularidades de los trastornos adictivos (y decir que todos somos un poco adictos, frase que suele justificar las propias conductas adictivas), si no de reconocerlos en su especificidad, comprenderlos de la manera más completa posible, para empatizar con este sufrimiento y dejar de reaccionar como la fuerza armada EEUU cuando detectan la llegada de la nave madre.

Una última aclaración. Si el día de mañana se presentara una extraterrestre manifestando que consume problemáticamente sustancias psicoactivas, sería apropiado dudar y pensar que nos está engañando. Que más que de su condición no terrícola nos estaría hablando de su humanidad.